


Fundada en Roma en septiembre de 1946 como empresa estatal, en las primeras décadas de su actividad Alitalia experimentó un floreciente desarrollo que la llevó a convertirse en la tercera aerolínea europea en 1993.
Sin embargo, cuando el mercado aéreo se sometió al proceso de liberalización iniciado en el 78 por EE.UU. que condujo al advenimiento de las aerolíneas de bajo coste privatizadas, Alitalia, todavía de propiedad totalmente estatal, tuvo que afrontar su primera crisis económica.
Así, en 1996 se puso en marcha un plan industrial que tenía como objetivo estimular las alianzas internacionales y que tenía como principal objetivo la privatización de la empresa.
Se formaron varias alianzas desde el principio, pero la privatización real de Alitalia tuvo lugar recién en 2008, cuando CAI compró los activos de la empresa; Alitalia-CAI siguió una política basada en vuelos de corta distancia, e inicialmente logró obtener buenos resultados.
Sin embargo, en 2012 la situación volvió a empeorar con el agravamiento de la crisis mundial: y para remediar la enésima situación difícil, Alitalia firmó un acuerdo con Etihad Airways en 2014. Pronto quedó claro que ni la entrada de los Emiratos había conseguido revivir la suerte de la compañía, tanto que en 2016 cayó en una nueva crisis económica.
En un intento de colaboración con los sindicatos, en abril de 2017 se alcanzó un preacuerdo que preveía, entre otras cosas, la reducción de la baja de personal a costo indeterminado, el uso de despidos para mayo de 2017, la activación de Programas de política laboral activa, con reciclaje y formación de personal y medidas encaminadas a mejorar la productividad y eficiencia de la empresa.
Antes de entrar en vigencia, el referido preacuerdo fue sometido a la votación de los trabajadores por referéndum. Los resultados fueron contundentes: un claro 67% de votos en contra frente al 33% de votos a favor.
A continuación, la Junta General solicitó y obtuvo de la MiSE (Ministerio de Desarrollo Económico) la admisión de una administración extraordinaria: se intentó llegar a un punto de equilibrio manteniendo abiertas varias hipótesis, entre las que la de vender Alitalia resultó ser la más adecuada. . De hecho, la interminable serie de ampliaciones y negociaciones con los distintos compradores (incluidos Lufthansa, Fs, Delta Airlaines y Atlantia) ha continuado desde 2017 sin llegar todavía a un punto.
Sin duda, las razones de la inestabilidad económica de Alitalia deben buscarse en una dirección que no siempre es capaz de evaluar mejor las diferentes situaciones, que a menudo ha incurrido en costes fuera de control (incluidos los costes de mantenimiento, arrendamiento y los relacionados con el cambio de sistema informático deseado por Ethiad), y que en cambio redujo los costos laborales, mucho menos influyente en los ingresos de la empresa.
Además, Alitalia todavía está sujeta a la competencia tanto de las redes como de los operadores de bajo costo, sin tener un modelo de negocio bien definido. Es obvio que esto implica varios problemas en la gestión de la empresa: por un lado, tratamos de garantizar la estructura, servicios y calidad propios de una empresa de red, pero por otro actuamos desde un punto de vista organizativo como empresa. bajo coste, centrándose en rutas de corto y medio radio, así como en la reducción de costes.
El futuro de Alitalia aún es incierto, y la nueva extensión del 21.11.2019 es prueba de ello: los compradores aún no pueden formalizar ofertas que realmente puedan salvar a la empresa; por tanto, o habrá una implicación efectiva en los próximos meses con la formación de un consorcio (que quizás vea a Atlantia y Fs entre los protagonistas), o esperaremos de nuevo, con la esperanza de que otros compradores potenciales presenten una oferta convincente.
De hecho, ¡Alitalia no se está vendiendo!
Campus Mauro
Asociado de prueba en el área de consultoría